Pensar en el tiempo que le llevó a esta escultura natural para formarse en el techo de un espacio interior, así como las condiciones necesarias para que ello sucediera como la humedad, el calor, la resistencia, la negligencia y ceguera del cotidiano, remiten a 17 años necesarios para formar una manera personal de contemplar el entorno y aprehenderlo. Esta intervención es un diálogo entre los recuerdos, las heridas, los aprendizajes, y el profundo mundo del que se desprenden nuevas maneras de percibir.